domingo, 12 de abril de 2009

¡Feliz Pascua!



He estado escuchando estos días a mi padre ensayando y he prestado más atención de lo que normalmente hago:
“Stabat Mater dolorosa
Juxta Crucem lacrimosa,
Dum pendebat Filius.”
Y he sentido el dolor de esa Madre, Madre de todos al fin y al cabo, mi Madre, y he querido ser mejor para enjugar sus lágrimas. ¡Qué difícil es secar unas lágrimas a veces, porque ser bueno es difícil!
“O quam tristis et afflicta
Fuit illa benedicta
Mater Unigeniti.”
Sin embargo hoy llega la Pascua y el Hijo resucita una vez más, aunque no he sido más bueno, ni he buscado más tiempo para escuchar su palabra, Él, que murió por mí, por nosotros, que dejó a su Madre llorando a los pies de la cruz por todos, resucita una vez más y nos da de nuevo la oportunidad de amarle, de no volverle a crucificar y de que evitemos que a María se le traspase el corazón una vez más.
Siento que, a pesar de todo, he sacado algún provecho a esta Pascua, una vez más sostenido en la música. ¡Feliz Pascua a todos!

miércoles, 25 de marzo de 2009

Cuidado, crecen




Las perreras están llenas. Me llega hoy un correo de que dos nobles perros han sido sacrificados y que queda uno en capilla que no parece que tenga demasiadas posibilidades. Y da mucha pena su mirada, esos ojos tiernos de ser vivo que sufre sin tener culpa ninguna, porque ¿cuál es su culpa? Haber nacido chiquitín y gracioso, como un peluche, haber enamorado a alguien que pasaba por delante de un escaparate y haber llegado a una casa donde él ha puesto toda esa capacidad de amar que tiene un perro. Su culpa es haberse sentido un miembro más de “la manada”, el último, porque él sabe que depende de los otros y que su lugar está después, pero su culpa es que ha crecido, que necesita salir cada día y que, ¡ay!, cada día es menos novedad y hace menos gracia. Y lo fácil es deshacerse de él, que luego vienen las vacaciones y salir con un perro sigue siendo, en este país, una cosa engorrosa. Así se abandona en cualquier parte o, tranquilizando la conciencia, se lleva a una perrera donde seguro que va a haber bofetadas por recogerlo. ¡Sería para reír si no diese tanta pena! Aún hay muchas perreras donde se sacrifica y otras en las que los animales viven en condiciones desastrosas hasta que llega su final.
Hace unos días vi unos peluches realmente bien hechos que imitaban perros y gatos, me acerque y ¡respiraban! Sí, sí, con una pila lograbas tener un animal al que no hay que alimentar, sacar a la calle, bañar ¡y que respira! Vale que no viene a esperarte cuando llegas, que no te llena de caricias cuando estás triste y que no comparte ese meneo de cola que no se paga con nada, pero al menos, si te cansas de él, no causas más daño que el de tirar un puñado de pelos a la basura y una pila en el contenedor. Creo que vale la pena eso y no añadir unos ojos tristes entre rejas a una lista interminable.

miércoles, 4 de marzo de 2009

¡Pero qué guapo es mi niño!

http://www.abc.es/20090304/nacional-sociedad/llega-bebe-cosmetico-20090304.html


No deja de ser alucinante pensar hasta dónde podemos llegar, con tantas enfermedades como nos quedan por resolver y resulta que lo más importante es tener niños guapos, de anuncio de tele y que de mayores sean perfectos. Esto ya lo habían pensado hace unos años en una parte de Europa y tuvo muy mala prensa y durante varios años se hablaba de ello como de una abominación, pero ahora sale en los periódicos y, como mucho, nos sorprendemos un poco. Claro que sí, si tú eres bajito y no tienes la nariz de Scarlett Johansson, ¿por qué vas a reproducirte? Tu hijo va a ser carne de clínica de cirugía estética en cuanto alcance una edad razonable y un dinero que, dada la competencia, empieza a ser más asequible cada vez, así que ¡ya tenemos solución! En estas clínicas de fertilidad puedes encargar a tu bebé con todas las características que hagan de él un triunfador en la vida y, además, parece ser que hasta se preocupan de que no sea un niño obtuso, todo lo contrario, no habrá que preocuparse, su mente estará a la altura de un físico hollywoodiense y, probablemente, tendrá que asistir a un centro para mentes privilegiadas, donde todos los “bebés a la carta” aprenderán juntos sin saber lo que es un suspenso ni, probablemente, un aprobado: serán niños de sobresaliente para arriba en todos los sentidos. Los demás, los que sigan naciendo de forma anticuada, sin una selección digna que llevarse a los genes, serán la clase B, se les mirará (y nunca mejor dicho porque los “seleccionados” serán muy altos) por encima del hombro y servirán para servir.
No sé si estas modificaciones genéticas se podrán llevar tan lejos como para cambiar los corazones, pero lo que no he leído en ninguna noticia es que sirvan para formar personas buenas. Guapas, altas, inteligentes, de ojos azules… Lo he leído todo, pero en ninguna parte dice “hombres y mujeres buenos”. Pues no me interesa. Lo de escoger a tu gusto me recuerda a cuando era pequeño y tuve un “Tamagotchi”, ¿se acuerdan? Todos escogimos uno y al final nos cansábamos, nos olvidábamos de él y acababan vestidos de angelito volando por la pantalla por falta de atención. Vamos, muertos de asco.

domingo, 1 de marzo de 2009

Un anuncio de la tele



Y sigo con la vida, es que me gusta el tema, me gusta la vida. He visto el nuevo anuncio de Coca Cola, ese que reúne al hombre más viejo de España, 102 años nada menos, con una niña, Aitana, que acaba de nacer. Y me caen bien los dos y me conmueven las palabras de D. Josep Mascaró, lo que yo digo siempre, ¡hay tanto que aprender de los ancianos, en vez de arrinconarlos!

Mi más profunda admiración Sr. Mascaró, y no me importa si ese texto está o no firmado por un publicista, usted al leerlo lo ha hecho suyo. Y tiene razón, es un “suertudo”: por todo, por nacer, por los abrazos, por los momentos buenos y malos y por venir a acariciar esa piel recién nacida de la pequeña Aitana. Por su edad creo, Sr. Mascaró, que habrá vivido momentos muy duros, reveses, hambre quizás, dolor seguro… Pero ahí está y se acerca a la niña y le dice: “Estás aquí para ser feliz y al final sólo te vas a acordar de las cosas buenas”. Aitana ha venido aquí para ser feliz y para hacer feliz a los demás, de momento ya lo hace desde el televisor, cuando vemos esa mirada que estrena para nosotros. La vida, dice usted con sus 102 años, le va a parecer demasiado corta… ¡Es hermoso escucharle, me suena a música! ¿Sabe lo que yo haría? Pondría su anuncio en la sala de espera de esas clínicas donde miles y miles de Aitanas dejarán su sonrisa antes de que nadie goce de ella, sin una oportunidad para ser “suertudas”.

domingo, 22 de febrero de 2009

¡Hasta siempre, Eluana!

Hoy no me río. Me siento en mi sofá, pero no me río. No me río porque creo en la vida, porque me gusta vivir, porque creo que la vida es el gran derecho que tenemos los hombres, quizás el único que nadie en el mundo puede quitarnos.
No me río porque estoy cansado de oír que la muerte es un derecho, que matar a un desvalido, a un ser nonato... es un derecho que tenemos mientras que él, tratado como cosa, no tiene ninguno. No me río porque creo en los derechos de esa persona que, desde el mismo momento de su concepción, es un ser humano, pero que no es considerado como tal.
No me río porque estoy harto de escuchar que hay una “muerte digna” y una que, por lo visto, no lo es y que nos podemos erigir en jueces y verdugos y decidir si una persona molesta tanto que lo mejor es dejarla morir de sed y hambre y todo esto porque somos compasivos y nos repugna el probable sufrimiento. Matar es un instante; cuidar es derramar amor durante mucho tiempo.
No me río porque no hemos aprendido nada, porque disfrutamos abriendo las heridas y hurgando en ellas hasta que lo que había cicatrizado vuelve a sangrar y se contagia y duele.
Me tachan de anticuado

No me río porque si creo en el derecho del que aún no ha nacido, del enfermo, del anciano olvidado, se me tacha de persona anticuada, que vive en un mundo aparte y hasta se me puede llamar cruel.
Escribo enfadado y los enfadados no se ríen. Hoy me avergüenzo de muchas cosas, de mucha gente, de mi misma impotencia.
Cuando me sienta mejor pensaré en ti con tristeza, pero sin rabia. ¡Hasta siempre, Eluana!
Màxim Rosés